Propuesta pedagógica
Espacio curricular: Epistemología
Curso:
6t0.Ciencias Sociales y Humanidades. T.T
Docente:
Silvia Molina
Clase N°1
Contenidos:
Filosofía y ciencia. La epistemología como rama de la filosofía.
Tiempo:
Lunes 30/03. 80 minutos.
Actividades:
1.
Revisar el texto “Filosofía y ciencia” y elaborar un cuadro comparativo
con las diferencias y similitudes.
2.
A partir del mismo texto piensa en ejemplos de conocimientos filosóficos
y conocimientos científicos.
3.
Busquen un artículo científico que explique qué es el coronavirus y
afirmaciones sobre el virus que ustedes piensan que no tienen un sustento
científico.
Evaluación
La evaluación será
formativa teniendo en cuenta los avances
y dificultades de los estudiantes en la comprensión de elementos que permitan
caracterizar a la epistemología como rama de la filosofía. . Los criterios
serán:
·
Elaboración de explicaciones
propias sobre los conceptos que se analizan.
·
Identificación de los
principales interrogantes filosóficos y cientícos.
·
La actitud de compromiso y
responsabilidad, tanto para realizar el trabajo individual como para colaborar
con el equipo y el grupo.
Clase N°2
Contenidos:
Filosofía y ciencia.
Tiempo:
Martes 31/03. 80 minutos.
Actividades:
1.
Lee el artículo periodístico: “ Pandemia y filosofía” y sintetiza los
pensamientos expresados por diferentes filósofos.
Pandemia y filosofía
23 de marzo de 2020 | Escribe: Nigel
Manchini en En el mundo
Este es un momento excepcional. La dinámica
social causada por el Covid-19 afecta de manera consistente a todos los
sectores de la población. Pero no sólo se trata de lo que sucede hoy: las
consecuencias negativas a futuro, aunque no son claras, son certeras.
Actuar de manera inteligente exige tener
una visión lo más clara posible. Pero analizar fríamente lo que sucede se
vuelve dificultoso, tanto por la profusión de datos dudosos como por el pánico
colectivo. Recuérdese que la palabra paranoia alude a aquello que está al
margen (para) de la inteligencia (nous). Estos dos factores, pánico y
desinformación, se retroalimentan: la falta de información genera miedo y
acciones irracionales, y el caos subsecuente es fértil para la mala
información.
Sintetizar los debates filosóficos sobre el
coronavirus no va a crear nuevos medicamentos o vacunas, pero puede aportar una
perspectiva más global y ayudar a prevenir errores ya cometidos.
El error de Agamben
Un foco de debate ha sido el artículo “La
invención de una epidemia”, de Giorgio Agamben. El filósofo italiano se pregunta
por qué los medios de comunicación y las autoridades políticas difunden el
pánico y reaccionan en forma “desproporcionada” al peligro que presenta la
“supuesta epidemia del coronavirus”. En febrero, cuando Agamben escribió el
artículo, no parecía lógico paralizar un país por algo apenas diferente de una
gripe común.
Este razonamiento fue refutado por Jean-Luc
Nancy. Sin considerar el nivel de contagio y el colapso de los sistemas de
salud, el filósofo francés hacía notar que la existencia de vacunas para la
gripe común y la mayor tasa de mortalidad del coronavirus no son diferencias
pequeñas. Pasados los días, la comprobación del error de Agamben parece ser
empírica. Podemos incluso cuestionar –con el diario del lunes– si es ético que
una persona tan influyente haga afirmaciones que pueden desacreditar las
recomendaciones de los profesionales de la salud.
Estado de excepción y gobiernos nacionales
Según Sergio Benvenuto, Agamben sugiere una
“interpretación paranoica de la historia”: las “razones de salud y seguridad
pública” permiten a los gobiernos operar en estados de excepción, aumentando la
militarización y limitando libertades.
En ese sentido, el filósofo noruego Henrik
Syse analiza en qué medida la situación puede compararse con la guerra. Al igual
que en la guerra, el evento afecta a toda la comunidad, produce limitaciones,
incertidumbre; los dilemas éticos proliferan. Sin embargo, Syse enfatiza
categóricamente la diferencia: este fenómeno es natural y “no nos ha sido
impuesto por ideólogos y líderes fanáticos o hambrientos de poder”. En ese
contexto, llama a los miembros de las naciones más privilegiadas a colaborar
con quienes deben enfrentar esta crisis sin “los beneficios y las fortalezas de
la paz”.
Nancy no niega que hay un estado de
“excepción viral”, pero opina que es una distracción culpar a los gobiernos: la
pandemia “pone en duda toda una civilización”, pero “los gobiernos no son más
que tristes ejecutores”. La crisis sólo se entiende analizando el avance de la
técnica humana y su interconexión global. Similarmente, para Slavoj Žižek “el
catastrófico impacto socioeconómico” del virus “se debe a nuestro desarrollo
tecnológico”.
Más allá de los estados nacionales
Para el sociólogo Edgar Morin, la crisis
del coronavirus muestra la total interdependencia compleja de la que somos
parte, la “intersolidaridad de la salud, lo económico, lo social y todo lo
humano y planetario”. Para él, que cada nación se cierre sobre sí misma
conducirá a “pagar, con víctimas adicionales, por el sonambulismo que separa lo
que está conectado”. Se debe ir más allá de los estados nacionales y apelar a
la solidaridad humana. En una versión más extrema de esta tesis, Žižek cree que
la solución a esta crisis globalizada es “una solidaridad incondicional y una
respuesta coordinada globalmente, una nueva forma de lo que una vez se llamó
comunismo”.
Según la chilena Aïcha Messina, la pandemia
muestra que la globalización no es un mero intercambio económico. La calidad de
nuestra vida y también la de nuestra muerte parecen depender de dinámicas
globales: muchos ancianos de poblaciones vulnerables no sólo mueren, sino que
lo hacen aislados y en condiciones inhumanas. El pánico, afirma Messina, surge
de la ausencia de un marco político para estas dinámicas a nivel planetario.
“La comunidad de los abandonados”
La filósofa india Divya Dwivedi y su colega
Shaj Mohan muestran que no hay un único paradigma de excepción, como parece
asumir Agamben. La excepción puede ser negativa: nuestra reacción ante los
virus es excepcional, peligrosa, como es peligrosa la excepción social de la
cuarentena. Pero la excepción puede ser positiva: por ejemplo, cuando el médico
húngaro Ignaz Semmelweis decidió lavarse las manos por primera vez en el siglo
XIX, fue una excepción a la regla.
¿Nuestro Estado no cometerá excesos
represivos ni abandonará a nadie? ¿Descubriremos otros mecanismos de
solidaridad y protesta? Cuando todo esto pase, ¿vamos a seguir permitiendo que
todo sea como antes?
Dwivedi y Mohan señalan que se debe
escuchar “el llamado de la vida individual abandonada” que se escucha en las
“comunidades de los abandonados”. En nuestra situación no sólo se abandona a la
población de riesgo, sino también a quienes no tienen la posibilidad de hacer una
cuarentena: quienes dependen del trabajo del día, no tienen vivienda o ahorros,
son víctimas de violencia, tienen una condición psiquiátrica, y tantos más. No
son abandonados recientes: esta es solamente otra presentación de la
vulneración habitual. Como señala Morin, esta nueva crisis sólo agudiza y hace
visible una exclusión y opresión ya existente.
Más allá de la excepción
¿Qué pasará luego de estos días
excepcionales? Nadie parece cuestionar la crisis económica. Pero ¿cómo se
experimentará esa crisis?
Las referencias literarias a Un mundo feliz
y 1984 en redes sociales dan cuenta del pesimismo de algunas personas.
Benvenuto plantea una distopía más realista: esto sólo fortalecerá una
tendencia que “habría prevalecido de todos modos”. El trabajo será mayormente
teletrabajo, compraremos online, la educación será virtual y, cada vez más,
estaremos recluidos voluntariamente.
Pero también hay quienes ven en esta crisis
la posibilidad de construir. Como señala Rocco Ronchi, muchas veces los eventos
traumáticos hacen visibles nuevas posibilidades. El Covid-19 explicita nuestra
fragilidad e interdependencia, pero revela nuestra capacidad de actuar
sistemáticamente en pos del bienestar de la comunidad local y global.
Desde la periferia sudamericana del mundo
globalizado, la situación no parece ameritar más optimismo que el necesario
para no entregarse a la pasividad. Distintos tipos de violencia se muestran a
la vuelta de la esquina y muchos aparecen desprotegidos. Y mientras tanto, la
situación sanitaria imposibilita los medios habituales de manifestación
popular. ¿Seremos capaces de controlar el crecimiento del virus? ¿Nuestro
Estado no cometerá excesos represivos ni abandonará a nadie? ¿Descubriremos
otros mecanismos de solidaridad y protesta? Cuando todo esto pase, ¿vamos a
seguir permitiendo que todo sea como antes?
Nigel Manchini es profesor de Filosofía y
magíster en Neuropsicología y Educación.
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